Entre las sombras del bosque surge un silencio que ha extinguido los trinos de las aves, la oscuridad ha cubierto poco a poco todo lo visible y el camino se pierde entre el bosque impenetrable de la sierra madre central hindú. No hay señales de algún campamento y a paso veloz parece que he recorrido una distancia considerable. Detengo el paso y busco en el horizonte, no hay ninguna señal, no hay ruidos ni veo las luces del Bungalow, me da una convulsión estomacal pensar que posiblemente este caminando en la brecha equivocada, al mismo tiempo un viento helado mueve las copas de los árboles tirando algunas de sus hojas.
Ese día salimos muy temprano de la ciudad donde la antigua secta de los thugs (los estranguladores adoradores de Kali) tuvieron su base hasta su desaparición en el siglo 19, tomamos un camión de pasajeros que promediaba 28 km/h y que después de todo un día de viaje nos dejo en la puerta de entrada a la reserva de Tigres Reales de Bengala de Kanha, éramos los últimos pasajeros, y apenas nos bajamos dio media vuelta y desapareció. En la puerta de entrada había un letrero con un mapa, en el mapa venia indicada la posición del Bungalow ¿sería el mismo donde Joseph Rudyard Kipling estuvo viviendo cuando escribió "El libro de la selva"?
Como no había ningún medio de transporte disponible, decidí caminar para llegar al Bungalow antes que el sol se ocultara, Gabriela se quedo con las mochilas y sin pensarlo mucho emprendí la caminata.
El bosque aquí carece de confieras, en cambio sus árboles de una especia llamada "sal" (Shorea robusta) son un tipo de árbol parecido al Roble que crecen a 40 o 50 metros de altura y cubren un área considerable a lo ancho, sus ramas oscurecen el piso aun en el sol de medio día, en algunas partes crece bambú desde pequeñas matas hasta grandes porciones impenetrables con 20 metros de altura. En el piso veo huellas de pesuñas de varios cuadrúpedos, por su tamaño parecen venados más pequeños que los Cola Blancas mexicanos. Puedo ver variedad de aves y de fondo se escuchan diversos trinos entre la espesura del bosque. Así luce el paisaje desde esta brecha solitaria en una de las junglas más remotas y mejor preservadas del mundo.
Absorto con el paisaje el sol se retira y por allá sale Venus, las estrellas empiezan a brillar y no hay señales de llegar a una zona habitada. No estoy perdido, sin embargo estoy conciente de que es la hora en que los grandes felinos salen a cazar, así que decido caminar más deprisa. El camino cruza un arroyo seco. Llego a la parte más abierta de la cañada, justo donde pasa el lecho seco y noto ese silencio enigmático, me empieza a invadir un sentimiento de incomodidad creciente. Ese sexto sentido, que tenemos los hombres modernos dormido, despertó súbitamente con una aceleración desmesurada en mi pulso.
Olvido el instinto de correr, una presa huiría en este momento y si hay una bestia en la oscuridad, mi fin sería la ridícula historia del turista más incauto de la India. Echo un vistazo hacía atrás, a los lados y entre las sombras de un cielo cada vez más estrellado no veo nada. El silencio hace evidente que hay algo que lo causa y estoy seguro que no soy yo.
Algo observa mis movimientos, por mi ubicación, de cualquier punto alrededor de la cañada soy visible puesto que camino por la arena clara, solo puedo ver sombras. Me armo con dos piedras y sigo andando unos 100 metros. La sensación de creer que estoy perdido se hace insoportable, ¡al diablo con el Bungalow! En un arranque de pánico emprendo pavorosa huida de regreso.
Nuevamente estoy en el lecho del arroyo seco, y otra vez ese sentimiento incomodo, como si fuera a caer de un precipicio. Me detengo y empiezo a razonar como cazador. El viento sopla hacía donde esta el Bungalow, un predador siempre tiene que atacar con viento de frente, si la bestia me esta acechando es mejor avanzar con "viento de cola" de tal forma que si hay un felino o un oso, éste pensaría que si viene atrás de mí el viento delataría su olor. Así que emprendo nuevamente la caminata hacía el Bungalow, armado con 2 piedras y haciendo los movimientos del simio más despreocupado de la selva.
Pasa media hora y se ve una luz a lo lejos, en la cercanía de seres humanos pienso que quizá me deje llevar por mi miedo interno, finalmente llego sano y salvo al Bungalow:
¿En que viene? A pie. Los presentes me voltean a ver en desconcierto "No hay una cerca que cubra todo el parque " me explica el administrador -Tigres y Leopardos deambulan por los alrededores.
Bueno, es que son como los perros -explique- si uno va seguro de sí mismo no es atacado. Todos se ríen. A veces ando a estas horas a pie -otro hombre dice- siempre mejor en grupo y haciendo mucho ruido.
Después de ver el Bungalow emprendo el regreso, algo me atrae en volver a pasar por el arroyo seco ¿sería en realidad un tigre? ¿o sería tan solo mí imaginación? Decido volver a pie.
El jardinero me dice que va para aquel rumbo y que me acompaña, en su poco
ingles platicamos un poco de las selvas en México, saca su machete, "por si
las dudas". Apenas llevamos 200 metros cuando el administrador nos alcanza
en su Jeep
-Súban los dos, no quiero que la jungla se trague a un turista.
Al otro día a plena luz justo frente a la puerta del parque estaban varios venados pastando a orillas de la brecha, había algunas personas presentes tomando fotos. Como un rayo surgió un Leopardo que cayó sobre un venado, lo mato al instante con una mordida en la nuca que le rompió el cuello y lo arrastro a las sombras del bosque como si fuera un muñeco de trapo.
En los alrdedores de Khatia Gate hay un Leopardo, la fiera noctura que oculta vigila la oscuridad.